Las administraciones públicas se enfrentan a retos que, en ocasiones, superan en complejidad a los de las organizaciones privadas.
Gran cantidad de edificios con altos costes tanto de apertura (climatización o electricidad) como de mantenimiento.
Infraestructuras criticas que impactan directamente en la salud y satisfacción de los ciudadanos, principalmente agua potable o redes de telecomunicaciones.
Un gran número de activos y cada vez más conectados. La variedad es enorme y son muchos los oficios encargados de su mantenimiento. Muchos están en zonas de acceso publico lo que implica mayor riesgo de robo o vandalismo.
A todo lo anterior se une la coordinación que debe existir entre las diferentes direcciones para su aprovechamiento. Un vehículo de limpieza viaria invernal puede ser usado por el el organismo de tráfico, mantenido por el de maquinaria y aprovisionado por el de suministros (fundente anticongelante)
Mismos datos
Sin un sistema centralizado la coordinación se convierte en una pesadilla, los tiempos se alargan y se deben sobre-dimensionar los recursos para garantizar el cumplimiento de los servicios.